Crónica 3: Economía, Arqueoloxía e outras guerras Crónica 3: Economía, Arqueología y otras guerras
En Palestina todo ten dobre prezo menos a amizade fraterna e, ás veces triple. A min ocórreseme que é unha sorte de economía de ocupación: cobran polo produto, polos impostos israelitas que financian máis de sesenta anos de guerra xenocida e polos impostos que israel impón ás mercancías que veñen do mundo árabe.
Por exemplo, na old city de Jerusalem, nun establecemento árabe só poderás atopar auga etiquetada por Isarel, aínda que o manancial leve 800 anos en territorio palestino.
Por estas terras ata a arqueoloxía é unha forma de ocupación. Onde antes había mesquitas, sinagogas ou igrexas agora hai exércitos armados de m16 e paletas de escavación para adaptar a Historia á folla de ruta sionista.
Por iso Leo Bassi conta que de mozo actuando por Israel acabou camuflado varios días como operario dunha escavación no deserto palestino para que o exercito israelí non o considerase un espía antisemita cando foi a visitar a unha amiga súa que era arqueóloga. Di Leo que saíu escondido no camión do lixo. Un bo final de historia para un gran pallaso.
Jerusalem, xa o escribín antes, parece un remeak de Casabranca no século 21. Todas as intelixencias militares (vaia paradoxo!) os corpos diplomáticos e as ong conviven con militares, check points…, mentres os palestinos e as palestinas intentan retomar a súa vida ata coa ocupación.
Celebran festivais de rúa, celebran o fin de curso dos seus fillos, celebran a vida como acto político de resistencia.
Pero quizais saben que logo de resistir vén o existir, que poderán deixar a resistencia para envorcar as súas enerxía na existencia, que o cotián é revolucionario cando un m16 quere impedir a túa liberdade á alegría.
Porque a cultura do medo non se cura con cultura de valentía, senón coa cultura da alegría, porque ante o muro da apatía e o derrotismo o mellor ariete é a risa e a esperanza.
E baixo a carpa dun circo todo é posible.
En Palestina todo tiene doble precio, menos la amistad fraterna, y a veces triple, a mi se me ocurre que es una suerte de economía de ocupación, cobran por el producto, por los impuestos israeliats que financian mas de sesenta años de guerra genocida y por los impuestos que israel impone a las mercancías que vienen del mundo árabe.
Por ejemplo en la old city de Jerusalem, en un establecimiento árabe solo podrás encontrar agua etiquetada por isarel, aunque el manantial lleve 800 años en territorio palestino
Por estas tierras hasta la arqueología es una forma de ocupación, donde antes había mezquitas, sinagogas o iglesias ahora hay ejércitos armados de m16 y paletas de excavación para adaptar la historia a la hoja de ruta sionista.
Por eso Leo Bassi cuenta que de joven actuando pro Israel acabó camuflado varios días como operario de una excavación en el desierto palstino, para que el ejercito israelí no lo considerara un espía antisemita cuando fue a visitar a una amiga suya que era arqueóloga, Dice Leo que salió escondido en el camión de la basura, un buen final de historia para un gran payaso.
Jerusalén, ya le he escrito antes, parece un remeak de Casablanca en el siglo 21, todas las inteligencias militares (vaya paradoja!) los cuerpos diplomáticos, y las ong conviven con militares, checkpoints, mientras los palestinos y las palestinas intentan retomar su vida incluso con la ocupación.
Celebran festivales de calle , celebran el fin de curso de sus hijos, celabran la vida como acto político de resistencia.
Pero quizás saben que después de resistir viene el existir, que podrán dejar la resistencia para volcar sus energía en la existencia. Que lo cotidiano es revolucionario cuando un m16 quiere impedir tu libertad a la alegría.
Porque la cultura del miedo no se cura con cultura de valentía, sinó con la cultura de la alegría, porque ante el muro de la apatía y el derrotismo el mejor ariete es la risa y la esperanza.
Y bajo la carpa de un circo todo es posible.